En fin, la rabia se apoderaba a ratos de ella, no quería mirar al suelo, un oso de peluche yacía en él, y junto a él unos pequeños zapatitos de tacón, rosas, brillantes, igual que su pequeña.
El tiempo, como ya de costumbre y lógica todos sabemos, la iba destrozando internamente, la ausencia del ser más especial de toda su vida era insoportable, dejó caer la botella de vodka que colgaba un segundo atrás de su mano, y esta rodó hasta encontrarse con las demás de su misma especie.
El silencio aplastando todo aquel polvoriento ático, y sobre la cama un vestido de plumas blancas, el cual delataba su comodidad económica, parecía sufrir por la quemadura del cigarrillo.
Sobre la robusta cómoda había varias fotos , pero sobresalía un marco dorado, que guardaba inmortal la sonrisa de una pequeña niña morena de ojos castaños. Ella se acercó, la miró, y mientras sus ojos de llenaban de lágrimas agarró el marco y acompañado de un grito de rabia, el marco fue arrojado y echo pedazos contra la pared.
Caminó decidida hacia la cocina a la vez que podía seguir oliendo en su ropa aquel infernal olor a hospital, aunque en realidad oliera a dos semanas sin salir de casa.
Al llegar al sitio deseado se paró en seco, sus ojos se cerraron y calló de rodillas contra el frío suelo, un mar de lágrimas vivas escapaba de sus ojos hasta sus pequeñas y huesudas manos.
El cáncer se llevó a su pequeña, ya no le quedaba nada, estaba completamente sola.
Es bastante conmovedor y triste. No me gustaría encontrarme en la situación de perder a un ser querido nunca...
ResponderEliminarMe ha gustado mucho tu blog y tus entradas :)
Voy a quedarme leyéndote :)
jiji gracias :)))
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