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sábado, 8 de enero de 2011

Noches.

Comencé el final con una canción de Sabina y una nueva atadura en la muñeca, tirada en la cama retrocedí mentalmente en el tiempo hasta hace más o menos un mes y observé en nosotros una sonrisa compartida.
Me distrajo el rumor de una voz masculina que escapaba de la radio de la habitación de mis padres y me vi allí junto a aquellas escaleras, abriendo por momentos los ojos para comprobar si no estaba soñando.
Pero volví fugazmente a la realidad, y volví a convencerme a mí misma de que recordar eso no era bueno para mí y mucho menos lo era echarlo de menos y así continué tapando tus recuerdos con la espesa manta del orgullo.
Se oyó el sonido de un coche, unos segundos después el choque de la puerta principal y los pasos cansados de alguien subiendo las escaleras, supuse que era mi hermana, cerré los ojos y me vi obligada a tener que soportar una vez más mis sueños en los que obviamente solo apareciste tú.

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