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viernes, 14 de enero de 2011

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Sentada en su cama con los ojos rojos y húmedos cogió su ordenador y se dispuso a escribir pulsando estas mismas teclas, no sabía por qué pero sus dedos no cesaban de moverse y su mente se preguntaba una y otra vez por qué no podía parar y qué era lo que quería escribir.
Pero no quería escribir absolutamente nada en concreto, sus dedos pulsaban teclas por el simple placer de escribir, por la simple razón de canalizar de cierta manera su rabia ya que después de la horrible jornada en el colegio su madre le había estado gritando en el coche y en su casa reinaba la monotonía, el tener que sentarse en la televisión después de comer a ver las mismas noticias de muertos con su sección del tiempo dónde nos cuentan como está  hoy el cielo sin tener que dignarnos siquiera a mirar por la ventana.
Y mamá acaba de volver del supermercado y entra por la puerta recordándonos que no hemos recogido la cocina y entonces empieza la mismísima discusión de todos los días, gritos incesantes abajo… Pero de repente se te cambia el chip, hoy es viernes, se supone que hay que pasarlo bien, hay que salir, ir al ayuntamiento, y tener que desear no cruzarte con la cara de ciertas personas, pero al menos hoy hay un plan alternativo, podemos ir al cine, quizá nos riamos un rato pero cuando salgamos de la sala e inevitablemente, simplemente las escaleras sucias del centro comercial nos volverán a recordar que todo sigue igual.

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