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viernes, 14 de enero de 2011

Vidas.

Durante los últimos días prácticamente lo único que hacía desde que se levantaba era sentarse en la cocina para desayunar y después se dirigía hacia su despacho y se sentaba en aquella silla junto a la ventana dejando que el silencio de aquella enorme casa le aplastara poco a poco y así se pasaba las horas, metido en un universo paralelo observando los coches que pasaban con su característica prisa por la avenida de la ciudad.
Lo único que le sacaba de aquel trance era la desganada doncella que interrumpía a ratos para informarle de que la comida estaba servida. Entonces se levantaba y de forma torpe caminaba nuevamente hacia la cocina, procurando evitar las demás habitaciones para no tener que experimentar o simplemente no notar tanto el vacío de la casa.
      Después de almorzar se tragaba todas sus pastillas, todas en estricto orden, tal y como el médico había indicado. Tras esto regresaba a su silla junto a la ventana y volvía a sumirse en un trance. Y allí se quedaba hasta que las farolas de la avenida y las luces de los incesantes coches se encendían.
En una ocasión tras haber oscurecido se giró y comenzó a observar su despacho, observó la imagen de este hace algunos años antes: estaba repleto de papeles, de negocios, de personas adineradas y veneradas por la sociedad y el teléfono no paraba de sonar. No pudiendo soportar esta imagen salió rápido de aquella estancia, atravesó el recibidor y desembocó en el salón, allí se detuvo e involuntariamente otra imagen apareció en su cabeza: en una gran cena varios pequeños se arremolinaban alrededor de la mesa observando la grandiosa tarta de chocolate mientras sus padres sonreían. Repitiendo su reacción anterior aceleró un poco su torpe paso apresurándose a salir de aquel recuerdo. Se dirigió hacia su habitación cerrando la puerta tras de sí al entrar.
Desde un marco en la cómoda de la habitación una muchacha joven y hermosa le sonreía a través de una fotografía en blanco y negro, él, en un arrebato de dolor, sacó la foto del marco y se la puso en el pecho intentando abrazarla, tas esto miró a aquella joven y por un momento fue como si la volviera a ver otra vez, como si la pudiera tocar de nuevo, como si estuviera más cerca de ella que nunca. Él siempre la amó con toda su alma pero desde que ella murió fue como si le hubieran arrancado la vida y ahora su cuerpo no era más que un entresijo de huesos y carne que solo sabía que estaba vivo porque notaba su propia respiración.
Esa noche se tumbó en la cama abrazando fuertemente la foto, sabía que el momento se aproximaba y así, como quien duerme abrazado a su primer amor por primera vez, cerró los ojos y separando los labios para esbozar una sonrisa, murió.

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