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viernes, 11 de febrero de 2011

Pausa.

Hace frio, desde la calle la luz de las farolas ilumina mi habitación, y afuera el aire golpea la ventana de madera, el frio se cuela entre sus huecos  y sé que ahí fuera andas tú en tu casa blanca y descuidada  y alguna que otra vez me han dicho que te han visto y que me estabas mirando; y que la primera noche del año algo brillaba en tus ojos azules ante aquella chimenea; y bajamos juntos las escaleras y fuiste capaz de disipar toda la niebla que había delante de mis ojos; y por unos instantes arreglaste los arañazos de mi espalda; y conseguiste que los engranajes volvieran a moverse en mi interior, pero cuando te perdí, cuando te fuiste, la niebla volvió a cegarme y recordé los arañazos y los engranajes se pararon tac, tac, tac, con golpes secos de agujas, cada vez más lento…
No creo que haya nada después de tus ojos de mar, tampoco creo que podamos ligar azul con marrón pero si pudiéramos si quiera intentarlo… No hay más que contar, los detalles son sumamente míos, las palabras que pudimos decirnos y las que me dijiste en silencio no son más que espejismos que poco a poco se disipan y cuando alguien con ojos de mar semejantes a los tuyos me mira no puedo evitar oír en su voz la tuya, ver en sus manos las tuyas y sonreír como te sonrió a ti. Si ahora te fueras yo me quedaría aquí sin moverme ni un centímetro, esperando, esperaría hasta que mis ojos se volvieran verdes junto a la primavera, nada me haría moverme y lo único que me mantendría allí seria la posibilidad de que pudieras volver.

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