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lunes, 7 de febrero de 2011

Rojo, amarillo, verde.


No sé cómo dios  puede soportarnos, no hacemos más que aburrirle con nuestras monótonas vidas, desde allá arriba verá nuestros lunes de atascos soportando los pensamientos de los que no tienen más remedio que trabajar, las mentes de las personas que planean matar a otros y solo puede quedarse ahí y esperar al desenlace de la historia, sin tener opción a otra cosa ya que ¿para qué hablarle? nadie le creería, ni siquiera el asesino, pensaría que es el efecto de la marihuana.
Coches negros, rojos, azules, grises, amarillos, verdes, blancos, motos, autobuses, humo, semáforos, rojo, amarillo, verde, vidas que se cruzan, vidas unidas, vidas que penden de un hilo en la cama de un hospital, tráfico en el cielo, huelgas de millonarios, farolas, coches con luces azules en el techo, puentes, carteles, señales, hombres, mujeres, niños…
Sabemos que lo hacemos mal pero aún así lo seguimos haciendo, basura en el contenedor amarillo y plástico en el gris, construcciones enormes estilo siglo XXI que no nos servirán para gran cosa, catedral de Sevilla,  planes que un día hicimos, callejuelas, laberintos, islas desiertas en medio de la ciudad, carruajes, fotos, turistas, el rio, las risa, música en directo frente a la catedral, tu y yo caminando más rápido que el tranvía, un trozo de Starbucks en la mano. Dios sonrió cuando nacimos e intentó llamarnos, es más, nos llama agritos, cada vez más fuerte, pero no quiero oírle, de todas formas puedo arrepentirme en el último momento.

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